LA CONQUISTA DE AMÉRICA
Jamás en la historia de la humanidad ha ocurrido un
suceso similar como la Conquista
de América, la conquista de todo un gigantesco continente por
el empuje y la acción de unos pocos aventureros que entregaron a la Monarquía Hispánica
uno de los más vastos territorios que nunca hayan estado bajo una soberanía
unificada. Un hecho sin parangón en la historia.
A simple vista podría parecer una operación militar,
organizada, centralizada y protagonizada por grandes ejércitos y batallas
espectaculares, pero excepto en un par de casos no fue así. La conquista de
América fue un breve proceso de no más de 60 años en el que mediante diversas
acciones realizadas por unos pocos hombres, fueron capaces de explorar y
derrotar a grandes imperios y pequeñas tribus y no solamente mediante hechos de
armas, sino también mediante un hábil e inteligente uso de la diplomacia y la
política y otros aspectos que decantaron la balanza de su lado. A la vez que se
conquistaba se colonizaba mediante una ingente fundación de municipios
instaurando las leyes castellanas y creando instituciones políticas propias.
El inicio de la Conquista de América puede coincidir
con el mismo
descubrimiento realizado por Cristóbal Colón en 1492. Si bien en
aquellos años no se tenía conocimiento de la magnitud de las tierras
descubiertas. Las primeras expediciones de Colón se pueden circunscribir a
misiones de exploración buscando el paso hacia Asia y también indagando los recursos
naturales de las islas que iban recorriendo. Realmente de hechos de
conquista y colonización no podría hablarse hasta el primer enfrentamiento
serio entre nativos y castellanos en la batalla de la vega real 1495, que abrió a estos el gran valle del Cibao en la isla Española y su
expansión hacia el sur fundando los primeros establecimientos y núcleos urbanos
hispanos en América.
Leyendo los documentos oficiales sobre esos primeros
años la intencionalidad de las misiones era principalmente económico. La corona
castellana necesitaba recursos y la posibilidad de abrir nuevas rutas
comerciales hacia el oeste fue la mejor opción ante el bloqueo de las rutas
terrestres por los turcos hacia Asia y por los portugueses por vía marítima.
Pero al poco tiempo el espíritu religioso y de cruzada se impuso sobre todo
desde que el papa
Alejandro VI otorgó mediante bula las tierras descubiertas a la
corona castellana bajo la condición de que los nativos de dichas tierras fueran
convertidos al catolicismo.
Tradicionalmente los cronistas de Indias menospreciaron el
papel de las tribus nativas en la conquista de América, dejando toda la gloria
de las victorias a los españoles. En su lucha contra éstos fueron bravos y duros
guerreros, muy al contrario de la imagen que los indigenistas dan de
ellos postulándolos como blandos y dominables por los duros y malvados
españoles. Estos indigenistas olvidan y ocultan con muy mala intención que
muchas de esas tribus nativas se aliaron con los extranjeros para vencer a
enemigos nativos en sus rencillas locales. Esto fue muy bien aprovechado por
casi todos los conquistadores. Hernán
Cortés sin los tlaxcaltecas o los chichimecas poco podría haber
hecho para derrotar la gran ciudad de
tecnochtitlan,
antes en manos del dubitativo Moctezuma,
pero en el ataque final tuvo que vencer a Cuahtemoc, terrible guerrero, sobrino del
anterior que plantó cara de forma muy seria a pesar de la epidemia de viruela
que diezmó a sus ejércitos. Ni
Sebastian de Benalcazar habría logrado vencer a los ejércitos
quiteños de Rumiñauí
y de Quizquiz
sin la colaboración de los cañares, los cuales habían sido masacrados
previamente por estos generales por apoyar a Huáscar en la guerra civil que vivió el
imperio inca justo antes de la llegada de Pizarro y sus hombres.
Los españoles, aparte de las alianzas, también
supieron aprovecharse de los rígidos protocolos de los nativos americanos,
según el cual si el general o el principal jefe del ejército caían todos sus
soldados huían aterrorizados al quedar descabezado el mismo. Para más inri, en
las batallas, era muy fácil identificar al jefe por las ropas y plumajes que
llevaban, por eso en muchos casos centraron sus ataques sobre ese cabecilla.
Caído este, final de la batalla. Hernán Cortés así lo hizo en la batalla de Otumba
derrotando a un ejército infinitamente superior tras haber recibido la paliza
de la noche triste.
Igualmente, algunas costumbres nativas dieron ventaja
militar a los españoles, como por ejemplo entre los mexicas, el hecho de que no
quisiesen matar a sus oponentes en el fragor de la batalla, sino tan solo
herirlos para capturarlos y llevarlos al altar de sacrificios.
Son muchos los distintos factores que intervinieron,
así como la variedad de circunstancias y lugares en que ocurrieron. Nada tiene
que ver, por ejemplo, la conuista de Peru
con la conquista del rio
de la plata, el primero fue un golpe de mano, una acción rápida
en la que el emperador inca cayó, sin embargo la conquista del cono sur americano
fue una lenta sucesión de distintas expediciones, casi ninguna militar, que
terminó con la creación de varios asentamientos hispanos en la zona y su
incorporación como virreinato casi sin darse cuenta.
Durante la conquista de América nunca hubo un gran
ejército expedicionario español al mando de unos generales y con un armamento
unificado y poderoso. Todo se realizó mediante un instrumento jurídico llamado capitulación. Estas
eran unas concesiones reales que se otorgaban a un capitán en concreto y por la
cual obtenía el permiso para formar una expedición, que tenía que sufragar de
su propio bolsillo, y un territorio delimitado en el cual podía llevar acabo la
acción conquistadora y colonizadora. El beneficiario de la concesión tenía que
financiar o buscar financiación para la expedición y cuanto más dinero
consiguiese mayor podía ser esa expedición tanto en hombres como en
suministros. Los expedicionarios también en la mayoría de casos aportaban lo
que tenían para poder participar, muy pocos iban a sueldo. Estimaban cual iba
ser el fruto de la aventura y en función de lo aportado así sería lo obtenido.
Como podemos ver de ejército regular tenía bien poco. Normalmente cada uno
llevaba sus armas: su espada y su escudo, o incluso, si eran más ricos su
propio caballo, algo muy valorado en la época; perderlo era una tragedia.
La estrategia militar también tuvo su importancia. Los
castellanos llevaban varios siglos de lucha contra el infiel en la península y
su hábitat natural era la frontera, dormir a cielo abierto, estar preparado en
cualquier momento para la batalla. Eso forjó la rudeza de su carácter y ese
espíritu de lucha que en aquellos siglos también se hizo famosa por toda Europa. Las nuevas
técnicas militares y el uso de un armamento, cuando menos llamativo, jugaron su
papel, pero como digo, no fue decisivo. El uso de la pólvora en tierras húmedas
no era fácil, los arcabuces se tardaba entre 1-2 minutos en recargar, tiempo
suficiente para que un enemigo llegase a tu altura y te hiriese. Las corazas
servían en lugares fríos pero en el calor habitual de las zonas tropicales y
desiertos meridionales eran impracticables utilizarlas para protegerse de las
flechas y las lanzas.
También creo importante resaltar que cuando se habla
de la Conquista de América uno tiende a pensar que aquello fue un paseíto
español por las tierras americanas, y no es así. Esas expediciones de conquista
sufrieron constantes contratiempos, tuvieron que salvar multitud de obstáculos
y muchas de ellas terminaron en estrepitosos fracasos, nadie regaló nada, por
lo que no hay que negar la pericia y la capacidad de sacrificio de esos hombres
que buscando un futuro mejor atravesaron miles de kilómetros por mares
violentos y desconocidos y recorrieron a pie miles de kilómetros de selvas,
desiertos, montañas y terrenos infestados de enemigos esperando a acabar con
ellos en cuanto se despistasen un minuto.
No es cuestión de hacer apología de unos hechos que
indudablemente fueron violentos y en muchos casos ocurrieron durísimas
barbaridades, no hay duda, pero tampoco hay que olvidar en qué época histórica
nos encontramos y qué métodos existían. Tanto los pueblos nativos como los
conquistadores hicieron de las suyas.
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