viernes, 30 de enero de 2015

La Conquista de América

La Conquista de América


Jamás en la historia de la humanidad ha ocurrido un suceso similar como la Conquista de América, la conquista de todo un gigantesco continente por el empuje y la acción de unos pocos aventureros que entregaron a la Monarquía Hispánica uno de los más vastos territorios que nunca hayan estado bajo una soberanía unificada. Un hecho sin parangón en la historia.
A simple vista podría parecer una operación militar, organizada, centralizada y protagonizada por grandes ejércitos y batallas espectaculares, pero excepto en un par de casos no fue así. La conquista de América fue un breve proceso de no más de 60 años en el que mediante diversas acciones realizadas por unos pocos hombres, fueron capaces de explorar y derrotar a grandes imperios y pequeñas tribus y no solamente mediante hechos de armas, sino también mediante un hábil e inteligente uso de la diplomacia y la política y otros aspectos que decantaron la balanza de su lado. A la vez que se conquistaba se colonizaba mediante una ingente fundación de municipios  instaurando las leyes castellanas y creando instituciones políticas propias.

El inicio de la Conquista de América puede coincidir con el mismo descubrimiento realizado por Cristóbal Colón en 1492. Si bien en aquellos años no se tenía conocimiento de la magnitud de las tierras descubiertas. Las primeras expediciones de Colón se pueden circunscribir a misiones de exploración buscando el paso hacia Asia y también indagando los recursos naturales de las islas que iban recorriendo.  Realmente de hechos de conquista y colonización no podría hablarse hasta el primer enfrentamiento serio entre nativos y castellanos en la batalla de la Vega Real 1495 que abrió a estos el gran valle del Cibao en la isla Española y su expansión hacia el sur fundando los primeros establecimientos y núcleos urbanos hispanos en América.
Leyendo los documentos oficiales sobre esos primeros años la intencionalidad de las misiones era principalmente económico. La corona castellana necesitaba recursos y la posibilidad de abrir nuevas rutas comerciales hacia el oeste fue la mejor opción ante el bloqueo de las rutas terrestres por los turcos hacia Asia y por los portugueses por vía marítima. Pero al poco tiempo el espíritu religioso y de cruzada se impuso sobre todo desde que el papa Alejandro VI otorgó mediante bula las tierras descubiertas a la corona castellana bajo la condición de que los nativos de dichas tierras fueran convertidos al catolicismo.
Tradicionalmente los cronistas de Indias menospreciaron el papel de las tribus nativas en la conquista de América, dejando toda la gloria de las victorias a los españoles. En su lucha contra éstos fueron bravos y duros guerreros,  muy al contrario de la imagen que los indigenistas dan de ellos postulándolos como blandos y dominables por los duros y malvados españoles. Estos indigenistas olvidan y ocultan con muy mala intención que muchas de esas tribus nativas se aliaron con los extranjeros para vencer a enemigos nativos en sus rencillas locales. Esto fue muy bien aprovechado por casi todos los conquistadores. Hernán Cortés sin los tlaxcaltecas o los chichimecas poco podría haber hecho para derrotar la gran ciudad de Tenochtitlan antes en manos del dubitativo Moctezuma, pero en el ataque final tuvo que vencer a Cuahtemoc, terrible guerrero, sobrino del anterior que plantó cara de forma muy seria a pesar de la epidemia de viruela que diezmó a sus ejércitos.  Ni Sebastián de Benalcazar habría logrado vencer a los ejércitos quiteños de Rumiñauí y de Quizquiz sin la colaboración de los cañares, los cuales habían sido masacrados previamente por estos generales por apoyar a Huáscar en la guerra civil que vivió el imperio inca justo antes de la llegada de Pizarro y sus hombres.

Los españoles, aparte de las alianzas, también supieron aprovecharse de los rígidos protocolos de los nativos americanos, según el cual si el general o el principal jefe del ejército caía todos sus soldados huían aterrorizados al quedar descabezado el mismo. Para más inri, en las batallas, era muy fácil identificar al jefe por las ropas y plumajes que llevaban, por eso en muchos casos centraron sus ataques sobre ese cabecilla. Caído este, final de la batalla. Hernán Cortés así lo hizo en la batalla de Otumba derrotando a un ejército infinitamente superior tras haber recibido la paliza de la noche triste.
Igualmente, algunas costumbres nativas dieron ventaja militar a los españoles, como por ejemplo entre los mexicas, el hecho de que no quisiesen matar a sus oponentes en el fragor de la batalla, sino tan solo herirlos para capturarlos y llevarlos al altar de sacrificios.

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